PEQUEÑA RESEÑA HISTÓRICA de NUESTRA PARROQUIA

 

La parroquia de Nuestra Señora del Rosario se erigió en Abril de 1970 para atender toda la zona sur de la ciudad. Se empezó celebrando en unas escuelas y luego en un local del ayuntamiento hasta que en 1977 se construyó el templo parroquial que fue consagrado por el Cardenal Tarancón. Se edificó en medio de un parque entre los barrios del Rosario y del Parque de Cataluña. Según fue creciendo la población de Torrejón, se desgajó el territorio parroquial y se crearon las parroquias de Santa María Magdalena y de Santiago Apóstol.

 

Aunque la parroquia es diocesana, salvo un breve periodo al comienzo, siempre ha sido pastoreada por los montfortianos, congregación misionera fundada por San Luis María de Montfort en la Bretaña francesa y dedicada al servicio de todos, especialmente de los más débiles. Queda en la memoria de nuestra gente el recuerdo entrañable de grandes sacerdotes como los padres Miguel, Luis, Juan y Vicente. De su siembra estamos recogiendo los frutos.

 

En la actualidad hay dos sacerdotes, uno diocesano y otro montfotiano. La experiencia de unir ambos carismas está siendo muy enriquecedora.

 

La parroquia tiene una vida sencilla pero activa. Trata ante todo de acompañar y animar a las gentes del barrio en lo cotidiano de la vida. Sin ruido pero con mucha presencia y gracias a la conciencia adulta y protagonista del laicado, se da respuesta a las necesidades pastorales que la realidad nos va poniendo delante. Tratamos de transmitir el Amor de Dios con nuestra presencia, nuestra oración y nuestro servicio. Editamos un periódico, La Buena Noticia, de 7000 ejemplares de tirada que repartimos por las casas del barrio para poder acercarnos a todos. El trabajo por la unidad, desde la conversión de cada uno, lo tenemos como objetivo imprescindible para la buena y la nueva evangelización.

 

Estamos hermanados con la parroquia de Nuestra Señora del Rosario de Canumá (Brasil)

 

En los últimos tres años, las obras de remodelación y ampliación del complejo parroquial, han marcado la realidad de nuestra parroquia. Desde el 9 de Octubre de 2016 estamos funcionando en las nuevas instalaciones, que son una bendición. El templo repristinado está lleno de vida y de historia reciente.

Cabe señalar cómo se ha volcado el barrio para afrontar el pago de las obras. Puedo decir que cada bloque de hormigón está lleno de vida y esfuerzo: suscripciones de poco dinero pero de mucho esfuerzo. Destaco la aportación mensual de hermanos que están en el paro. Cinco euros mensuales son un tesoro sagrado de generosidad y entrega. Son típicos y familiares los festivales o las migas que nos prepara el Círculo Extremeño. Cada uno desde sus posibilidades, arrima el hombro y se siente responsable de sacar adelante este proyecto. Otro momento de gracia y comunión de bienes fue el regalo de la imagen del Cristo de los Pobres y del Trabajo. Una obra del segundo tercio del siglo XVI hecha en Méjico de pasta de maíz y regalada a la parroquia por la Congregación del Sagrado Corazón. La alegría a la hora de darla ha sido para nosotros un testimonio impresionante de desprendimiento y generosidad que ha tocado nuestros corazones y nos ha invitado a vivir en ese espíritu de donación. También nos dieron la imagen de la Virgen para el nuevo templo. La dulzura de su cara es signo de la entrega y del buen hacer de estas religiosas.

 

En este trabajo de reforma y ampliación, hemos querido respetar la idea primera de Fray Coello de Portugal (arquitecto que engendró el complejo primitivo) y, partiendo de ella, marcar en el edificio la esencia de nuestra fuente pastoral y dar respuesta a las necesidades de infraestructura que el crecimiento del barrio y la nueva realidad nos requieren. Para la continuidad, hemos puesto las antiguas imágenes en la capilla de diario. Lejos de arrinconarlas, hemos buscado un sitio adecuado a su tamaño y privilegiadopara tener presentes estos iconos que tanto nos han acompañado a lo largo de los cuarenta y siete años de historia de la parroquia. Quizás nada para la historia de la humanidad, pero mucho tiempo para la vida de una persona. Las zonas antiguas quedan señaladas con el suelo de cenia. Respecto a la novedad, hemos subido las cubiertas laterales del templo creando dos pirámides nuevas. Sumadas a la pirámide ya existente, los tres cuerpos elevados, señalan la dimensión trinitaria de nuestra fe que invita a la humanidad con la cuarta pirámide (porche de entrada del atrio), a participar de la unidad de su intimidad significada en el templo. Las grandes cristaleras donde se ven el barrio y los árboles, nos recuerdan continuamente que aquí celebramos la vida que vivimos en el día a día y que todo lo que en el templo se vive es para llevarlo a nuestro mundo. El baptisterio tiene una roca de basalto sobre la que se ponen los catecúmenos significando que estamos edificados sobre Cristo, Roca firme y nuestra piedra angular. También hemos abierto un lucernario sobre esa Roca evocando el texto evangélico del bautismo de Jesús en el que se abre el cielo y se oye esa voz del Padre que dice “este es mi Hijo Amado”. En esa eternidad del Amor de Dios, cada uno somos amados de esa misma manera. Por último, los locales parroquiales se han hecho alrededor del templo queriendo señalar que toda la vida brota y tiene sentido si gira en torno a la Eucaristía. Todo pensado con sencillez y mucha ilusión para ayudar a vivir la fe. Hemos querido traer un trocito de cielo a nuestro barrio.